jueves, 30 de junio de 2011

UN POCO DE HISTORIA

   

Si nos atenemos a la tradición familiar y a los pocos documentos que sobrevivieron al  pavoroso incendio de los talleres y oficinas de 1942, el origen del submarino (la boya submarina" como se bautizó inicialmente) se remonta a los años 1840-1850 en la villa marinera de Sada, donde nació D. Antonio Sanjurjo Badía en 1837 y en la que su padre tenía unos talleres de fundición, relojería y otros ramos mecánicos.
D. Antonio heredó de su padre no sólo los oficios de mecánico/ relojero y fundidor -y con ellos el alcuño familiar de "HABILIDADES" por las muchas que tenían, sino el interés por construir un artefacto para sumergirse y navegar bajo las aguas.
D. Antonio, en 1854 y con tan sólo 17 años, emigró a Cuba donde complementó con estudios teóricos sus conocimientos mecánicos para montar posteriormente y con un socio gaditano, un taller de calderería de cobre, herrería, cerrajería y fundición de bronce que en 1859 vende a su socio para regresar a España y con el capital obtenido comprar en Vigo la maquinaria de los talleres "Ortega y Baamonde" y se instala en 1860 en Guixar, donde en la actualidad están los terrenos ganados al mar, al final del Arenal. Entre las muchas curiosidades de su taller, figura una pileta con una de sus paredes transparente para observar los movimientos de las aletas de ciertos peces y ánades y así sacar conclusiones para el gobierno de su prototipo a escala del artefacto submarino que también tenía en la pileta.
Como anécdota que merece la pena traer a estas líneas es la visita inesperada que recibió en sus talleres cuando estaba absorto con sus experiencias del submarino prototipo en su pileta: se trataba del escritor Julio Verne que en 1878 entró de arribada forzosa en Vigo en el "Saint Michel", un yate de propulsión mixta vapor y vela que tenía perforados algunos tubos de su caldera. D. Antonio le reparó la avería y en las semanas que estuvo en Vigo se creó una gran amistad entre los dos visionarios, encontrándose el ilustre escritor con la agradable satisfacción de conocer a alguien que era capaz de llevar a cabo proyectos que él elaboraba en su calenturienta imaginación. 
Pero es en 1898, con motivo del conflictos entre EE.UU. y España a raíz de la guerra de Cuba cuando D. Antonio, que era un reconocido patriota, no sólo contribuye a la iniciada suscripción nacional con una cantidad equivalente a la que le sirvió como capital para comenzar su taller en Vigo sino que culmina la construcción de su submarino para servir de defensa de la bahía de Vigo ante la inminente invasión de la Armada de EE.UU. a la que esperaba sorprender con su lanza-torpedos submarino. las experiencias las realizó a lo largo del mes de agosto de 1898 culminándolas el día 11 en la Poza de Guixar de la Ría de Vigo ante todas las Autoridades Civiles y Militares, así como numerosísimos conciudadanos que siguieron las maniobras tanto desde los muelles como de las numerosas embarcaciones que acompañaron al artefacto. Después de hacer la prueba definitiva de inmersión y navegación bajo e agua, al emerger de nuevo a la superficie el submarino, se abrió la escotilla superior y por ella apareció un sonriente y feliz D. Antonio, que satisfecho, sacó a ondear dos banderas, una de ellas la de Vigo y la otra la insignia nacional sobre la que su esposa, Doña Concepción Otero, había bordado con sus manos el lema "POR ESPAÑA".
Afortunadamente, a los pocos días se firmó en París el Anmisticio y desapareció la amenaza del conflicto bélico con lo que el submarino Sanjurjo y su bandera "POR ESPAÑA" pasaron de ser un arma de defensa a un objeto de museo que desde hace 100 años viene presidiendo los talleres familiares de fundición para orgullo de todos sus descendientes.

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