|         Si nos atenemos a la tradición familiar y a los pocos documentos  que   sobrevivieron al  pavoroso incendio de los talleres y oficinas de  1942, el   origen del submarino (la boya submarina" como se bautizó  inicialmente) se   remonta a los años 1840-1850 en la villa marinera de  Sada, donde nació D.   Antonio Sanjurjo Badía en 1837 y en la que su padre tenía unos talleres de   fundición, relojería y otros ramos mecánicos.        
               D. Antonio heredó de su padre   no sólo los oficios de mecánico/ relojero y fundidor -y con ellos el alcuño   familiar de "HABILIDADES" por las muchas que tenían, sino el interés por   construir un artefacto para sumergirse y navegar bajo las aguas. 
D. Antonio, en 1854 y con tan sólo 17 años, emigró a Cuba donde  complementó con   estudios teóricos sus conocimientos mecánicos para  montar posteriormente y con   un socio gaditano, un taller de calderería  de cobre, herrería, cerrajería y   fundición de bronce que en 1859  vende a su socio para regresar a España y con el   capital obtenido  comprar en Vigo la maquinaria de los talleres "Ortega y   Baamonde" y se  instala en 1860 en Guixar, donde en la actualidad están los   terrenos  ganados al mar, al final del Arenal. Entre las muchas curiosidades de    su taller, figura una pileta con una de sus paredes transparente para  observar   los movimientos de las aletas de ciertos peces y ánades y así  sacar conclusiones   para el gobierno de su prototipo a escala del  artefacto submarino que también   tenía en la pileta. 
Como anécdota que   merece la pena traer a estas líneas es la  visita inesperada que recibió en sus   talleres cuando estaba absorto  con sus experiencias del submarino prototipo en   su pileta: se trataba  del escritor Julio Verne que en 1878 entró de    arribada forzosa en Vigo en el "Saint Michel", un yate de propulsión  mixta   vapor y vela que tenía perforados algunos tubos de su caldera.  D. Antonio le   reparó la avería y en las semanas que estuvo en Vigo se  creó una gran amistad   entre los dos visionarios, encontrándose el  ilustre escritor con la agradable   satisfacción de conocer a alguien  que era capaz de llevar a cabo proyectos que   él elaboraba en su  calenturienta imaginación.   |                  |                  |               
 Pero es en 1898,   con motivo del conflictos entre EE.UU. y  España a raíz de la guerra de Cuba   cuando D. Antonio, que era un  reconocido patriota, no sólo contribuye a la   iniciada suscripción  nacional con una cantidad equivalente a la que le sirvió   como capital  para comenzar su taller en Vigo sino que culmina la construcción de   su  submarino para servir de defensa de la bahía de Vigo ante la inminente    invasión de la Armada de EE.UU. a la que esperaba sorprender con su    lanza-torpedos submarino. las experiencias las realizó a lo largo del  mes de   agosto de 1898 culminándolas el día 11 en la Poza de Guixar de  la Ría de Vigo   ante todas las Autoridades Civiles y Militares, así  como numerosísimos   conciudadanos que siguieron las maniobras tanto  desde los muelles como de las   numerosas embarcaciones que acompañaron  al artefacto. Después de hacer la prueba   definitiva de inmersión y  navegación bajo e agua, al emerger de nuevo a la   superficie el  submarino, se abrió la escotilla superior y por ella apareció un    sonriente y feliz D. Antonio, que satisfecho, sacó a ondear dos  banderas, una de   ellas la de Vigo y la otra la insignia nacional sobre  la que su esposa, Doña   Concepción Otero, había bordado con sus manos  el lema "POR ESPAÑA".  
Afortunadamente, a   los pocos días se firmó en París el  Anmisticio y desapareció la amenaza del   conflicto bélico con lo que el  submarino Sanjurjo y    su bandera "POR ESPAÑA" pasaron de ser un arma de defensa a un objeto  de museo   que desde hace 100 años viene presidiendo los talleres  familiares de fundición   para orgullo de todos sus descendientes. | 
No hay comentarios:
Publicar un comentario